lunes, 10 de diciembre de 2012

Inmortal





Desde tiempos inmemorables llevaste contigo un largo registro de cambios en la historia que pasaron ante tus ojos, recuerdos eternos y secretos de acero que irán contigo siempre. Te recuerdo con interferencia en mi niñez, contigo tuve un largo y sólido aprendizaje, me caía pero me levantabas, generaste confianza en mi y por supuesto, en ti.

Fuiste siempre el alma viva en carne que sustituyó una figura paterna de infante, fuiste quien me enseñó a jugar sin tener juguetes, recuerdo como si fuera ayer que me senté en tus piernas y me dijiste "sabes cómo es la mordida de burro?" y antes de responderte la hiciste, un cosquilleo desde mi rodilla que acalambraba mi cuerpo, tiempos en los que me hacías feliz con cualquier historia, siempre  contigo la felicidad, siempre contigo el júbilo ameno y amical.

Nunca dejaste de rendirte ni dejar las cosas que más te gustan, muchos más adultos y jóvenes viste fallecer y tu aún en pié con tus chistes, todos y cada uno de ellos arrancaba una vasta sonrisa en más de uno. No sé cómo lo hacías, te admiré siempre y llenaba mis ojos de lágrimas cuando con mi madre repetíamos "ES UN TRONCO DE ACERO INOXIDABLE" parecía que no ibas a partir jamás, eras más fuerte que cualquiera, tu alma era un atlas sosteniendo la vida.

Hoy te dedico estas palabras desde aquí, en la tierra, para que las leamos juntos cuando esté a tu lado, no estás más físicamente pero tus recuerdos aguardarán por siempre en mi mente y lo sentiré en lo profundo de mi corazón; y sentiré que estás sentado aquí conmigo.

Fuerte, feliz y experiencia innumerable, son las palabras que más te caracterizan.
Siendo intangible puedo sentirte abuelo, te quiero.

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